Un ingreso per cápita que no nos corresponde
Cecilia Cifuentes Economista y directora del ESE Business School, UAndes
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Cecilia Cifuentes
Hace un par de años la OCDE dio a conocer un estudio muy interesante sobre las habilidades lingüísticas y matemáticas de los adultos para el grupo de países que la integran, “Getting Skills Right”. Para esta medición se aplicaron test a grupos de adultos representativos de la población de los países.
Los resultados para nuestro país son alarmantes, evidenciando que el 70% de los adultos en Chile no cuenta con las habilidades mínimas para desempeñarse bien en el mercado laboral, lo cual se agrava producto del proceso de automatización, que demanda trabajadores con mejores competencias. Enfrentamos un cambio tecnológico intensivo en capital humano calificado, y en comparación con los países de la OCDE, tenemos los peores resultados en esta materia.
“Según la OCDE, el 70% de los adultos en Chile no cuenta con las habilidades mínimas para desempeñarse bien en el mercado laboral. Esto es un lastre para lograr un desarrollo inclusivo”.
Un aspecto que llama la atención es que, si nos comparamos con países de un ingreso per cápita similar al nuestro, de US$ 23.400 a PPC en moneda de 2015, los resultados del estudio muestran que Chile está muy por debajo de esos países en términos de habilidades. El estudio, que clasifica las habilidades en cinco categorías, muestra que en Chile un 31% de los adultos está por debajo del nivel 1 de habilidades matemáticas. Dentro de la OCDE, en países como Grecia, Turquía, Polonia, Eslovaquia y Hungría, que tienen un ingreso per cápita no tan distinto al nuestro, ese porcentaje es de 8% en promedio. En Chile un 88% de los adultos se ubica bajo el nivel 3 de habilidades, mientras que en ese grupo de países el promedio es 62%.
Es interesante la comparación con México: pese a tener un ingreso per cápita un 20% inferior al de Chile, el porcentaje de adultos bajo nivel 1 es de 23%, resultado mejor al nuestro. Pareciera, entonces, que el nivel de las habilidades de los adultos en Chile no se condice con el nivel de ingreso que hemos alcanzado. ¿Cómo puede darse esa situación?
Parte de la explicación podría encontrarse en la larga bonanza de términos de intercambio que tuvimos en la década pasada, en que aumentó fuertemente el ingreso per cápita, mientras que la productividad se mantuvo estancada. Sabemos que las políticas de capacitación han tenido claras deficiencias, y la calidad de la educación no registra mejorías.
Esta situación termina siendo también fuente de frustración, ya que el nivel de los salarios reales tiene finalmente más que ver con la productividad de los trabajadores que con el nivel del ingreso per cápita. Efectivamente, durante la bonanza los salarios nominales aumentan, pero como no hay aumentos de productividad, en los sectores de servicios suben los costos de producción y los precios. Los trabajadores ganan más, pero eso se compensa en parte con un mayor costo de la vida.
¿Cómo resolver este problema? Si algo ha pasado en el último trienio es que hemos tenido un fuerte deterioro en la calidad de educación, producto principalmente de los efectos de la pandemia. La situación de los liceos emblemáticos -los cuales hace una década atenuaban las brechas de ingreso en la educación-, genera también un daño importante. Son muchas ya las voces que se han levantado señalando que debemos lograr un gran acuerdo por la educación, y esto debe ser a todos los niveles, considerando también el déficit de capital humano de los adultos.
Ahora que vuelven a valorarse los acuerdos, debemos poner esta tarea como prioritaria. Chile tiene el gran desafío de volver a crecer, y son muchos los factores que se requiere mejorar para ese objetivo, pero si la meta es efectivamente lograr un desarrollo inclusivo, centrarse en el capital humano es sin duda el más importante.